Congreso de EE.UU., marcado por la inoperancia legislativa y un cierre administrativo
Los demócratas recuperarán el control de la Cámara Baja y los republicanos seguirán con la mayoría en el Senado.
El Congreso estadounidense cierra 2018 tras un año de inoperancia legislativa en ambas cámaras del Capitolio y abre un nuevo capítulo, que iniciará el próximo 3 de enero, en el que los demócratas recuperarán el control de la Cámara Baja y los republicanos seguirán con la mayoría en el Senado.
El inicio de la temporada del Congreso, marcado por un cierre parcial de tres días en enero de la Administración del presidente estadounidense, Donald Trump, fue un presagio de lo que iba a ocurrir en los siguientes doce 12 meses.
Esa clausura momentánea de la Administración entró en vigor después de que la mayoría de los senadores demócratas, y un puñado de republicanos, bloquearan un proyecto de ley de gastos temporales aprobado por la Cámara de Representantes que habría durado hasta el 16 de febrero.
Quienes se opusieron entonces pedían vincular su apoyo a que Trump y los republicanos accedieran a regularizar a los jóvenes indocumentados conocidos como "soñadores", después de que el mandatario pusiera fin al programa con el que el expresidente Barack Obama (2009-2017) protegió a esos inmigrantes de la deportación.
Pese a las promesas por parte de los miembros del Partido Republicano, esa prioridad legislativa quedó en el olvido y miles de jóvenes inmigrantes indocumentados quedaron en una situación de limbo que solo los tribunales lograron estabilizar, temporalmente, meses después.
La financiación para la construcción del muro con México, una de las promesas electorales más polémicas de Trump, fue otra cuestión central en el debate en el Capitolio estadounidense a lo largo de 2018, aunque tampoco existió consenso al respecto.
Así, sin grandes logros en lo legislativo, la mayor victoria de la bancada conservadora en los últimos 365 días tiene nombre y apellido: Brett Kavanaugh.
Su confirmación en octubre como nuevo juez del Tribunal Supremo, un cargo vitalicio de suma importancia para el futuro de los derechos en el país estadounidense, llegó después de que el magistrado fuese acusado de abusos sexuales por al menos tres mujeres.
La llegada de Kavanaugh al Supremo ha agudizado el conservadurismo de la máxima Corte del país, formada ahora por cinco magistrados elegidos por presidentes republicanos y cuatro por demócratas, cumpliendo así uno de los anhelos de Trump.
Después de ese episodio, el Congreso se concentró en el 6 de noviembre, fecha en la que los estadounidenses debían renovar la totalidad de la Cámara Baja y un tercio del Senado mediante su voto.
Coincidiendo con los pronósticos, el Partido Demócrata se impuso en la Cámara de Representantes y los republicanos mantuvieron el control del Senado.
La victoria de los demócratas en la Cámara Baja augura más tensiones si cabe en el Capitolio, empezando por el nombramiento de las presidencias de los Comités, desde donde se prevé que se abran diversas investigaciones sobre Trump y su gestión dentro y fuera de la Casa Blanca.
Este nuevo panorama político, que será sin duda más dividido, garantiza, sin embargo, una mayor separación de los poderes y una mayor supervisión del Ejecutivo de Trump.
Los demócratas, con la veterana Nancy Pelosi presumiblemente como presidenta de la Cámara Baja, deberán equilibrar sus esfuerzos entre vigilar a Trump e intentar buscar consenso para aprobar algunas leyes cercanas a sus prioridades, como la financiación para renovar las infraestructuras o planes para reducir el coste de las medicinas.
Pelosi, sin embargo, ya ha avisado de que uno de sus principales caballos de batalla será la defensa y mejora del acceso a la sanidad a partir de la reforma de Obama, una ley que los conservadores han tratado de minar desde hace años y que han erosionado en algunas de sus disposiciones.
Por su parte, los republicanos del Senado, liderados por Mitch McConnell, tienen el objetivo de continuar confirmando jueces para cortes federales y dar el visto bueno a nuevos miembros nominados por Trump para cargos en su gobierno, como William Barr (fiscal general) o Heather Nauert (embajadora de EE.UU. ante la ONU).
EFE